El reino de Navarra fue fundado en el siglo IX por poblaciones cristianas del norte de España, como lo fueron los condados de Castilla y de Aragón. Varias dinastías originarias de Navarra y de Francia se sucedieron en el reino.
Juana Ia de Navarra (1271-1305), descendiente de los condes de Champaña, heredó de la corona en 1274. Casada con Felipe IV el Hermoso (Philippe IV le Bel), rey de Francia, transmitió a los Capetos la corona navarra. Su hijo Luis X Utín (o el Atrevido, 1289-1316), Luis I° para los Navarros, fue rey desde 1305 a 1316. Su hija Juana (1311-1349) fue reconocida como reina en 1328 por las Cortes, y su marido Felipe de Evreux - nieto del rey de Francia Felipe III el Atrevido - como rey consorte de Navarra bajo el nombre de Felipe III. Su hijo Carlos II, apodado "el Malo" fue rey de 1349 hasta 1387.
Pequeño por su tamaño, grande por su influencia. Así se podría describir el reino de Navarra en el siglo XIV. Extendido sobre unos 12.000 km2, era uno de los más pequeños reinos de Occidente. Se extendía sobre la actual provincia española de Navarra – cuyos límites cambiaron poco desde estos tiempos – pero incluia además una franja de tierra al oeste, la Sonsierra (actualmente en La Rioja y Alava), y al norte la merindad de Ultrapuertos o Baja Navarra (actualmente en Francia, en el departamento de los Pirineos Atlánticos).
El reino de Navarra en el siglo XIV
El reino estaba entonces muy poblado y albergaba unos 4% de la población de la Península Ibérica (1% en la actualidad). Rico por sus paisajes variados, minas en el norte, ganaderias y áreas de cultivo y viñedos al súr, Navarra vivía esencialmente en autarquía.
Pero políticamente, el reino era una clave en los Pirineos, entre Castilla y Aragón al sur, este y oeste, y los Ingleses al norte, quienes ocupaban la Aquitania con el puerto de Bayona, y el vizcondado de Bearn, a manos del famoso Gaston Febo, vasallo del rey de Francia. Los reyes de Navarra, también Capetos y condes de Evreux, ocuparon un lugar importante en la escena política francesa, especialmente porque eran estrechamente emparentados con los reyes de Francia por muchos matrimonios concluídos durante la primera mitad del siglo XIV.
Carlos II de Navarra, apodado posteriormente "el Malo", parece haber sido amado por su pueblo, y logró protegerlo durante las guerras. También mantuvo la integridad de su reino frente al poderoso vecino castellano. Pero su hijo Carlos III "el Noble" heredó en 1387 del reino con un tesoro vacío.
Después del reinado de Carlos III, entre 1387 y 1425, y luego de su hija Blanca, desde 1425 hasta 1441, el reino comenzó una larga agonía, víctima de disputas de sucesión que provocaron una guerra civil. El reino de Navarra fue finalmente conquistado en 1512 por las tropas del duque de Alba, y luego anexionado por España en 1516. Los descendientes y sucesores de Carlos II en 1589 ceñirán la corona de Francia con Enrique IV. No es sin orgullo que se intitularon reyes de Francia y de Navarra, relevando el título de rey de Navarra que ya no representaba ningun poder temporal, excepto en la Baja Navarra. Este título marcaría durante varios siglos la importancia pasada de este reino, y hoy todavia la frase "de France et de Navarre", frecuentemente utilizada en Francia, atando los nombres de los dos reinos, muestra la grandeza pasada del reino, parcialmente debida a la acción de Carlos II "el Malo".
La «Crónica de los Muy Excelentes Reyes de Navarra», escrita en 1534 por Diego Ramírez de Ávalos de la Piscina es disponible (2020, 480 páginas, 21 x 15 cm, transcripción y estudio crítico por Bruno Ramírez de Palacios), 38 € TTC. Libro en castellano.